lunes, 26 de septiembre de 2011

LA ANSIEDAD Y EL ESTRÉS




El efecto de acción de los fármacos ansiolíticos es el de controlar los síntomas de ansiedad.
La ansiedad es un  estado psicológico bastante frecuente en el ser humano, deriva de una situación estresante así como también de una situación de frustración, ambas situaciones ponen en juego mecanismos químicos diversos en las neuronas y el resultado de este desbalance químico suele ser la Ansiedad cuyas manifestaciones orgánicas se caracterizan por abarcar varios sistemas corporales  a la vez de manera tal que los síntomas de ansiedad llegan a ser perfectamente reconocibles por el paciente.
Los mecanismos de acción de los fármacos ansiolíticos se llevan a cabo en distintos niveles en las neuronas, y muchos ansiolíticos ejercen su efecto de acción a través de mecanismos desconocidos, es por eso que se recomienda perentoriamente que los fármacos ansiolíticos sean recetados por un médico y que el mismo médico supervise el tiempo que el fármaco deba ser usado por el paciente.

En general, los ansiolíticos deben ser evitados en adolescentes y/o niños debiendo preferirse a estas edades técnicas de psicoterapia para el manejo de la ansiedad. En adultos es recomendable iniciar el uso de ansiolíticos junto con tratamiento psicoterapéutico, para que a la larga sin emplear fármacos el paciente pueda aprender a manejar sus síntomas de ansiedad.
Las sustancias ansiolíticas de origen natural continúan siendo, en pleno siglo XXI, la mejor alternativa para el control de la ansiedad: la manzanilla, la valeriana, el agua de manzana, el agua de azahar, la leche tibia son algunos de los productos naturales que tienen comprobados efectos ansiolíticos y su uso es recomendable a cualquier edad.



Con el aumento de la ingesta de este tipo de medicación también aumentan los errores que cometemos a la hora de ingerirlos. Parece que en muchas ocasiones olvidamos que son medicinas y que, como tales, deben usarse con cuidado ya que, una utilización irresponsable, podrá desencadenar problemas en un futuro.    




Los errores más frecuentes son:

1. Aumentar la dosis por nuestra cuenta ya que no observamos una rápida mejoría cuando empezamos que tomarlos. Tenemos que esperar, mínimo dos semanas, para replantearnos si están surgiendo efecto o no.

2. Supresión brusca. Una vez que hemos recuperado nuestro estado anímico dejamos de tomarlos y eso produce una recaída. En el caso de los antidepresivos, la media de tiempo que hay que tomarlos es de 8 a 12 semanas. Solemos suprimirlos a la cuarta semana.

3. El miedo cuando nos sentimos mejor y sabemos que tendremos que dejar de tomarlos. Esto provoca que una vez finalizado el tratamiento mucha gente se auto-medique a escondidas. La ayuda psicológica es la mejor opción.

4. Consumirlos por cuenta propia ya que esto producirá una adicción. Son los profesionales los que tienen que poner el tratamiento y pautar las dosis según vayamos experimentando mejorías.



¿Has tomado buena nota? No juegues con ellos porque, en vez de ayudarte a superar tu ansiedad y tu depresión, acabarán causándote más problemas
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                                                 CONSUME PRODUCTOS NATURALES



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